foto

foto

martes, 31 de marzo de 2015

PRÓLOGO DE MI DIARIO



Han pasado seis años…

    Aquella noche salí temprano, bajé al paseo marítimo, hacía una noche fría, llevaba un resto de la litrona que había abierto hacía apenas cinco minutos. Tambaleaba, sí, como cada día, desde muy joven me había convertido en un borracho, ahogaba en alcohol todos mis sentimientos, pero aquella noche todo cambió.

    Al llegar la policía yo me hallaba en la arena, tiritando y con la sensación de volver a nacer, mientras el cuerpo yacía junto a mí con la botella rota medio clavada en el cuello. Ella no tardó en llegar, una mujer estirada y de pelo rubio cuyo sombrero tapaba la parte superior de su cara, contó a la policía cómo había tenido lugar el suceso, acto seguido nos vimos todos en comisaría, los médicos se hicieron cargo del cuerpo, aunque ya poco podían hacer. Yo estaba petrificado, me quedé sin habla, no sabía qué decir, me había quedado en estado de shock y cuando al fin conseguí articular palabra fue para darme cuenta de que se me había pasado la borrachera, fue una extraña sensación, no me acordaba de nada, estaba totalmente hundido, acabado, fue en aquel momento cuando rompí a llorar, aunque a nadie pareció importarle mi gesto derrotado.

     Fue a los pocos días de aquello cuando sorprendentemente y de forma progresiva comencé a recordar con más exactitud los detalles del suceso. Es por eso que hoy escribo esta hoja, prólogo de mi diario, y comprenderán ustedes que si estoy aquí no es por casualidad.

     Cierto, aquella noche salí temprano y coincidencias del destino me hicieron bajar al paseo marítimo, lugar que no solía frecuentar porque el viento y el frío a ciertas horas hacían mella en mi borrachera, compañera casi permanente. Al llegar oí gritos y llantos de una mujer que parecía necesitar ayuda. Enfocando la vista con dificultad pude distinguir dos sombras en la arena que parecían corresponder a dos personas, la botella cayó al suelo y me dispuse a avanzar hacia el lugar en que se encontraban. A medida que fui avanzando comencé a ver la escena con más claridad. Allí estaba ella, recibiendo golpes del que supuse sería su marido o compañero, un hombre moreno, alto y corpulento con cara de pocos amigos. No lo dudé un segundo, me avancé hacia él y los dos caímos al suelo. Pero su superioridad física era manifiesta y no tardó en deshacerse de mí de un manotazo. Comenzó a arrinconarme hacia la orilla, apenas pude retroceder gateando y cuando comencé a notar el agua en mis rodillas conseguí levantarme con gran esfuerzo. Pero aquél hombre me cogió del cuello y comenzó a introducirme cada vez más en el agua. Estaba sin respiración y a punto de perder el conocimiento cuando vi cómo la mujer se acercaba por detrás, agarraba con fuerza los restos de la botella rota. Por un momento pensé que me salvaría la vida, pero no tuve esa suerte.

    Al llegar la policía yo me hallaba en la arena, tiritando y con la sensación de volver a nacer, mientras el cuerpo yacía junto a mí con la botella rota medio clavada en el cuello. Ella no tardó en llegar, una mujer estirada y de pelo rubio cuyo sombrero tapaba la parte superior de su cara, contó a la policía cómo había tenido lugar el suceso, acto seguido nos vimos todos en comisaría, los médicos se hicieron cargo del cuerpo, aunque ya poco podían hacer. Yo estaba petrificado, me quedé sin habla, no sabía qué decir, me había quedado en estado de shock y cuando al fin conseguí articular palabra fue para darme cuenta de que se me había pasado la borrachera, fue una extraña sensación, no me acordaba de nada, estaba totalmente hundido, acabado, fue en aquel momento cuando rompí a llorar, aunque a nadie pareció importarle mi derrotado gesto.

     Aquella noche salí temprano, bajé al paseo marítimo, hacía una noche fría, llevaba un resto de la litrona que había abierto hacía apenas cinco minutos, tambaleaba, sí, como cada día, desde muy joven me había convertido en un borracho, ahogaba en alcohol todos mis sentimientos, pero aquella noche todo cambió.
.
     Han pasado seis años.

    

     

jueves, 19 de marzo de 2015

CAMINANTE



       Uno… dos… tres… cuatro… suenan las pisadas tatuándose en el camino, aquellas que voy dando dirección a no sé dónde, destino desconocido, destino indomable, que al levantar la mirada se esconde, incertidumbre  que provoca miedo, a lo que no veo, a lo que imagino.

      Cinco… seis… siete… ocho… percibo el temblor de mis piernas, lo oigo en el sonido que desprenden mis andares, continúo con la mirada alta, buscando el horizonte, pero está turbio, negros finales, y dejo tras de mí una senda torcida, ignorada, ya no existe, esperando lo importante, mi objetivo, diluir quisiera la nube de polvo y volar hacia mi sino, pero ésta persiste, y persiste… y persiste…


      Uno… dos… tres… cuatro…. Y vuelta a empezar,  pisadas irregulares, trayectoria sinuosa, espiral que me envuelve,  corriente que me lleva… vida caprichosa. 

lunes, 16 de marzo de 2015

LIEBSTER AWARD

     Con motivo de mi reciente nominación de los premios Liebster Award abro esta nueva entrada, un poco distinta quizás de lo habitual en este blog, lo que supondrá por tanto un punto y seguido en la publicación de relatos cortos.

     Antes que nada quisiera agradecer a lunnaris81 por haberme escogido. Para mí es un gran honor y recibo la nominación con mucha ilusión, aunque me pilla un poco de novato porque desconocía totalmente estas cosas, pero le estoy muy agradecido. Su blog merece mucho la pena y os recomiendo que le echéis un vistazo porque seguro que os gustará. Se llama Mi pequeño rincón.

     A continuación paso a exponer las reglas de estos premios:

- Agradecer a quien te ha nominado y seguir su blog
- Visitar todos los blogs que han sido nominados junto al tuyo, ya que este premio trata, principalmente, de dar a conocer blogs con menos seguidores con el propósito de que éstos crezcan.
- Responder a las 11 preguntas que te haga la persona que te nominó.
- Nominar a 11 blogs con menos de 200 seguidores y avisarles personalmente de que han sido nominados.
- Realizar 11 preguntas a los blogs que nominados o pedirles que te cuenten 11 cosas personales sobre ellos.



     Ahora respondo las preguntas de la compañera lunnaris81:

     1- ¿Qué te motiva seguir con tu blog?

     Pues prácticamente acabo de empezar en esto, así que no es muy difícil mantener la motivación a estas alturas. Soy novato en el mundo blogger y el simple hecho de tener blog propio y haberlo hecho yo ya me hacía ilusión. Pero la principal motivación viene por la posibilidad que este medio me brinda de dar a conocer los relatos que escribo. Por tanto, mientras haya gente que lea y le guste lo que escribo, espero estar aquí. Al menos esa es mi intención.

     2- ¿Animarías a más personas a que hicieran un blog?

     Si les hace ilusión sí. Pienso que generalmente debemos hacer aquellas cosas que nos hacen ilusión y para la que estamos motivados. Ello no significa que deba mantenerse dicha situación durante toda la vida. A veces las circunstancias cambian y no depende de nosotros. La experiencia de tener un blog es bonita, es algo que se disfruta y de lo que no creo que haya que arrepentirse. Así que la persona que sienta la tentación, curiosidad, motivación, ganas o ilusión por tener un blog, que sepa que es algo que cualquiera de nosotros puede hacer porque el mecanismo no es complejo, y si se le ponen ganas, empeño y perseverancia pienso que puede dar muchas satisfacciones.

     3- ¿Qué tipo de sagas te gusta leer?

     En líneas generales no leo mucho. Tal vez mucho menos de lo que debería, así que no puedo decir qué tipo de sagas me gusta leer porque no suelo leer sagas, he de ser sincero. Leí la primera y segunda parte de Millenium y me gustó muchísimo, creo que ése es el género que más me atrae.

     4- ¿Cuáles son tus blogs favoritos?

     No me gusta decantarme por ninguno en concreto porque pienso que hay muchísimos blogs que merecen mucho la pena. Por tanto, me quedo con aquellos de los que, a día de hoy, soy seguidor. Pero en líneas generales me gusta más la prosa que el verso y me atraen mucho los temas de reflexión además de los relatos.

     5- ¿Escuchas música cuando lees?

     No, me resultaría imposible concentrarme.

     6- ¿Te gustan las adaptaciones cinematográficas de los libros?

     Cuando he leído el libro antes y después he visto la película normalmente se me ha quedado un mal sabor de boca. Pero si no he leído el libro antes es lógico pensar que no notaré la diferencia. Entiendo que la pregunta va enfocada a comparar la lectura del libro con la película, por tanto, la respuesta es no.

     7- ¿Qué género te gusta leer?

     Me gusta la intriga, la autoayuda y la reflexión. Pero también otras cosas.
    
     8- Si pudieras elegir un poder, ¿cuál sería?

     El poder de la felicidad. 

     9- ¿En qué redes sociales te podemos encontrar?

     De momento en ninguna. Soy torpe en las tecnologías y quiero ir aprendiendo poco a poco.

     10- ¿Te gustan los animales?

     Me gustan los perros, aunque no tengo ninguno.

     11- ¿Videoblog o blog tradicional y por qué?

     Blog tradicional porque lo otro casi no sé lo que es. 


     Mis blogs nominados son los siguientes:



     Y mis preguntas para vosotros son...

     1- ¿Qué te impulsó a tomar la decisión de iniciarte en el mundo de los glogs?
     2- ¿Qué balance haces hasta el momento de tu experiencia en el mundo blogger?
     3- ¿Cuánto tiempo dedicas diariamente a mantener tu blog y a leer otros blogs?
     4- ¿Monetizas tu blog o has pensado hacerlo alguna vez?
     5- ¿Cuál es la temática que más te atrae a la hora de seguir un blog?
     6- ¿Te gustaría vivir de la literatura o de alguna otra temática a la que dedicas tu blog o es que ya lo haces?
     7- Aproximadamente ¿cuántos libros lees al mes?
     8- ¿Prosa o verso?
     9- ¿Qué herramienta, circunstancia o actitud te ayuda más a la hora de dar a conocer tu blog y difundir tus pensamientos y creaciones?
     10- ¿Cuál es el aspecto más negativo que has encontrado desde que te iniciaste como blogger?
     11- ¿Qué consejo darías a aquellas personas que estén pensando en crear un blog y tienen multitud de dudas acerca de la forma de hacerlo, mantenimiento, etc?


     Quisiera terminar agradeciendo nuevamente a lunnaris81 su nominación a este premio y a los nominados deciros que espero que disfrutéis de vuestra nominación y que os haya hecho ilusión. Felicidades y un abrazo a todos.

     

lunes, 2 de marzo de 2015

LA FUERZA DEL AMOR



     Cuando se vieron por primera vez, ninguno de los dos podía imaginar todas las aventuras que les esperaban y que hoy estarían en la cama disfrutando como dos recién enamorados.

     Aquel día Roberto se encontraba en la tintorería, se disponía a recoger un pantalón y una camisa que había dejado la semana anterior cuando se dio la vuelta para responder a un saludo de buenos días. Un ángel caído del cielo aparecía por la puerta, jamás había visto nada igual, acababa de ser blanco de un flechazo, nunca antes había experimentado una sensación semejante, no pensó que cupido fuese a presentarse de esa forma sobre él.

     Tenía una figura alta y esbelta, unos ojos claros preciosos y tez blanca cual estrella de Hollywood de los cincuenta. En aquél momento tuvo la tentación de lanzarse a comerse aquel caramelo, o al menos preguntarle de forma directa su nombre, con descaro, se habría conformado con esto último, pero se limitó a dar los buenos días y se dio la vuelta. La imagen de su mujer, que regresaría en una semana, se le apareció de un fogonazo.

     Caprichos del destino tal vez, se volvieron a encontrar, esta vez justo en la puerta del aseo de un centro comercial. Roberto, que no cree en las casualidades y siempre busca un por qué a los sucesos, advirtió que el sentimiento de deseo que recorría su cuerpo incandescente era recíproco. Todo fue muy rápido, apenas pudo pensar, se derretía por dentro, se dejó llevar, sentía una gran atracción, una fuerza incontrolable, es algo que no le había ocurrido jamás. La imagen de su mujer estaba ausente esta vez, y antes de darse cuenta se vieron besándose apasionadamente, para terminar pasando la noche juntos.

      Al amanecer, tenía una sensación agridulce, sentía una extraña mezcla de sentimientos encontrados cuando se unían la imagen de su mujer y la placentera sonrisa que le provocaba la maravillosa velada que había pasado. No podía describirlo, pero algo le empujaba a querer repetir.


     Justine, su mujer, era una prestigiosa psiquiatra que viajaba muy a menudo. Quizás más de lo que él hubiera querido. Numerosos congresos en el extranjero la mantenían muy ocupada, lo que en muchas ocasiones le hacía sentirse solo, tanto que no eran pocas las veces que se le había pasado por la cabeza tener una amante. Es posible que buscara servirse del sentimiento de soledad para limpiarse la conciencia, aunque nunca había consumado dicho pensamiento. A pesar de ello, las circunstancias se habían unido de tal forma que le situaban a Roberto en el escenario perfecto, era su oportunidad, vía libre. Así que quedaron para otra vez, y luego otra, y otra, y así sucesivamente durante los últimos cinco años. Se habían convertido en una pareja estable de desenfrenados amantes. Se habían organizado bien, y eso les había permitido continuar así a lo largo del tiempo.

     También su “estrella de Hollywood” se había casado, con un empresario de éxito que casi viajaba más que Justine, se separaron al año siguiente por presunta incompatibilidad de caracteres. Muy a menudo le proponía a Roberto dejar a su mujer para comenzar una vida juntos, pero éste no veía el momento, todo le había ido bien hasta ahora, todo le había sido favorable, había conseguido llevar una vida cómoda y no se atrevía a dar el paso, así que solía evitar ese tema de conversación. A pesar de todo, él realmente pensaba que era verdadero amor lo que les unía, - la fuerza del amor- , le solía susurrar mientras se besaban apasionadamente.

    
- Cariño, esta noche he disfrutado muy especialmente
- ¿Sí? Ya me lo has demostrado pero, ¿por qué lo dices?
- No sé, me gustaba mucho mientras me lo hacías. Tu lenguaje obsceno me ha puesto a cien, todavía puedo sentir el calor que desprende tu cuerpo, me has hecho disfrutar como una verdadera perra, me siento una estrella de Hollywood en la cama.
- Yo también he disfrutado de forma especial.


      La chispa, lejos de apagarse, parecía alimentarse del tiempo, cada vez sentían más pasión, tenían relaciones más fogosas y ardientes, sentían verdadero amor y éste no hacía más que crecer. Se había convertido en una relación estable, se entendían a la perfección, en definitiva, Roberto sentía que estaban hechos el uno para el otro, y llevaba ya algún tiempo pensando en ello, se encontraba en una situación cómoda, pero algo le decía que había llegado el momento, que tenía que encontrar la manera de hablarlo con Justine, sin duda era un paso difícil de dar, pero encontraría la forma. – La fuerza del amor- una de las frases que limpiaban su conciencia.

-Hoy es un día especial.
- ¿Especial?
- Sí, te he preparado una sorpresa.
- Ah, y ¿se puede saber cuándo me darás esa sorpresa?
- Déjame que te haga el amor otra vez, que el tiempo transcurra, libera la fiera que hay en tu interior, la sorpresa viene sola. Confía en mí.



     Comenzaron una nueva sesión de desenfrenada pasión. Roberto parecía disfrutar más aún, los gritos se sucedían, los cristales de la ventana comenzaron a empañarse y entorpecían la entrada de los primeros rayos de sol del nuevo día. Estaba amaneciendo y con el alba parecía haber aumentado todavía más la pasión de aquel encuentro, no parecía tener fin tanto placer, el tono fue subiendo paulatinamente y los aullidos y bofetadas parecían ser el colofón a una maratón de polvos sin igual.

     Al abrir la puerta, Justine se quedó petrificada. No podía creer lo que veían sus ojos, su mandíbula no articulaba palabra, no pudo gritar, ni llorar, no pudo hacer nada. Pasaron al menos veinte segundos antes de que terminara dándose la vuelta y marchándose con un portazo.



- ¿Te gustó? – dijo Roberto con cara de liberación.


Andrés, todavía impactado con la sorpresa, no dijo nada, esbozó una cómplice sonrisa.

lunes, 9 de febrero de 2015

EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS



    Pum  -  pum…………pum  -  pum…………pum-pum, pum-pum, pum-pum…


     Rosi se quitó la mano del pecho y de un salto se levantó del sillón. El sonido de las llaves  interrumpió su descanso. La puerta se abrió, su mente se quedó en blanco y su cuerpo paralizado. Con gesto pálido y tembloroso se le quedó mirando.

- Hola cariño ¿qué haces?
- Hola Charly, eeeeh…- se quedó bloqueada
- Rosi ¿ocurre algo?¿Por qué no me contestas?¿qué haces aquí de pie en medio del salón? Anda, ábreme una cerveza que hoy he tenido un día de perros.- Se dejó caer en el sillón y cruzó las piernas mientras se encendía un cigarrillo.


     No dijo nada, se dio la vuelta y fue a buscar la cerveza. La comida ya estaba preparada, pero a Carlos a veces le apetecía fumarse un cigarro en el sillón antes del almuerzo, no era fácil adivinar sus intenciones, pero ella parecía haber aprendido a saber qué hacer en cada momento. Volvió con la cerveza, bien fría, y se sentó a su lado.

- Cariño, te he hecho una pregunta.
-Ah, eeeeeh sí Charly, pues… venía a encender la lámpara del rincón, supuse que estabas a punto de llegar y que te apetecería sentarte y descansar un poco antes de comer.
- Te he dicho muchas veces que supones demasiado, luego cometes errores y te lamentas, no supongas nada, esperas a que llegue y lo compruebas, y así no te equivocarás ¿pagarás tú la factura de la luz a fin de mes?
- Perdona Charly, no lo volveré a hacer ¿Cómo te ha ido en el trabajo?- Rosi le hacía a menudo esa pregunta, aunque su reacción siempre era una incógnita.
-¿pagarás tú la factura de la luz a fin de mes?- dijo subiendo un poco el tono.
- No, lo siento.
- Pues no ha ido mal, pero hemos tenido mucha tarea, vengo hecho polvo. Anda acércate más que te de un beso.


     Rosi le besó apasionadamente. A menudo trataba de pensar en aquél hombre del que se enamoró, le gustaba trasladarse a aquél entonces y reescribir la historia, tal y como ella la había imaginado entonces, pero nada había transcurrido como en sus sueños. De pronto notó cómo su cabeza era apartada por la robusta mano de Carlos.

- ¿Está preparado el almuerzo?
- Sí Charly, listo para servir, habrá que calentarlo un poco
- De acuerdo, pero no demasiado, es absurdo calentar mucho y luego tener que esperar a que se enfríe.


     Le sirvió la comida y fue a buscarle otra cerveza, con prisa de no tardar demasiado para servirse ella y acompañarle. Antes de darse la vuelta se sobresaltó con un golpe, era Carlos, había dado con el puño en la mesa y su plato se había ido al suelo.

- Joder, ¡Esta comida está fría!- gritó- ¿Es que no sabes la diferencia entre comida templada y comida helada? Esto no hay quien se lo coma, coño. ¡Llevo toda la mañana trabajando para que ahora me pongas esta mierda por delante!

Ella se quedó temblando, inmóvil por un instante. Luchando contra el movimiento que su cuerpo le marcaba por instinto consiguió llegar hasta donde él estaba. Hizo ademán de recoger el plato del suelo – Perdona Charly, yo lo recogeré, no volverá a ocu…

- ¡No recojas nada! – dijo pisándole la mano que se disponía a recoger la comida del suelo – Lo haces queriendo ¿verdad zorra?¿quieres joderme la vida? Pues ahora tú vas a probar esa mierda que pretendías darme.

Ella comenzó a llorar – No Charly por favor, Charly por favor- lloraba de espanto, sentía verdadero pavor. Carlos la agarró del pelo y le metió la cara en el plato que estaba en el suelo hecho añicos.

- Come zorra, no es más que lo que querías hacerme comer- ella estaba aterrorizada. Le levantó la cara, llena de cortes, y tirándole del pelo la obligó a llegar hasta la cocina de rodillas, dejando una estela de orina a su paso. Rosi trató de levantarse, momento en el que Carlos comenzó a propinarle golpes en todas las partes de su cuerpo, ella cayó al suelo y adoptando posición fetal se dispuso a aguantar el chaparrón. Parecía no terminar nunca, cerró los ojos, ya no sentía dolor…


     Eran las ocho de la mañana, una dulce voz le susurraba al oído – cariño, me voy a trabajar, te he dejado una taza de café preparada, tendrás que calentarla un poco – le dio un beso y se marchó. Rosi no abrió los ojos, esbozó una sonrisa mientras una sensación de felicidad recorría su cuerpo. Era Charly, el hombre de quien ella se enamoró. No podía explicar esa sensación, reconocía al hombre con el que ella siempre había soñado. Charly era un hombre cariñoso y dulce, siempre le hacía reír y solían hacer alguna actividad los fines de semana. Ayer mismo le sorprendió con dos entradas de teatro.

 - ¡Mamá! ¡Mamá! - Como cada tarde, Rosi recogía a su hija del colegio. Camila tenía 6 años y una carita de ángel capaz de enternecer el más recio de los semblantes.
- Hola mi amor, ¿qué tal el cole?
- Bien mamá. Hoy hemos pintado con témperas.
- Ya veo ya – dijo señalando las manchas de la camisa.
- La seño me ha dicho que lo hago muy bien. Le voy a decir a papá que me compre témperas para pintar en casa.
- Pero tendrás que tener cuidado mi amor, las témperas manchan mucho.
- Sí mamá. Te quiero.
- Yo también cielo.

     Rosi era feliz, sentía un continuo estado de bienestar, su paz se observaba en la perenne sonrisa que se adivinaba tras su rostro. Parecía estar en otro sitio. Al llegar a casa preparó el almuerzo para Camila, que apenas había terminado cuando se quedó dormida sobre un cojín que había en el sillón. Rosi la tomó en sus brazos y la llevó al cuarto, le quitó los zapatos y la dejó caer sobre la colcha suavemente. Luego encajó la puerta y se marchó.

     Se dispuso a preparar la comida y a esperar que Carlos llegara para comer con él. Al oír el coche se asomó por la ventana, era Charly, llegaba de trabajar. No quiso esperar y salió a recibirlo. Al salir al descansillo vislumbró la figura de Carlos al fondo, traía una sonrisa encantadora, el trayecto hasta encontrarse con él le pareció eterno, y su figura borrosa, encandilada por la luz de la puerta de la calle, cada vez se hacía más nítida. Al llegar a su altura pudo ver su cara:

- Hola cariño ¿cómo estás? El médico dice que te has recuperado, pronto estaremos en casa.





jueves, 29 de enero de 2015

DONDE ACABA EL DOLOR

  

     Abrí los ojos y la sensación de alivio fue total al darme cuenta de que todo  había sido una desagradable pesadilla. Más que alivio sentía paz, ella estaba junto a mí y había percibido mi semblante exhausto de lucha y desasosiego.

        -       ¿Te encuentras bien?
        -       Ya sí cariño, he tenido una pesadilla horrorosa.
        -       Ya no tienes de qué preocuparte, llevo aquí un buen rato y sé que lo has pasado mal
        -       No imaginas cuánto
        -       No recuerdo qué ocurrió, me lo ha contado tu abuelo
       -       Cariño ¿estás bien? Mi abuelo falleció hace años 
       -     Ya no tienes nada de qué preocuparte Fran.

martes, 20 de enero de 2015

AL BORDE DEL PRECIPICIO


-  No cabe duda de que la vida nos coloca a veces al borde del precipicio
-  Déjame en paz
-  Y de nosotros depende la determinación que tomamos en ese justo momento
- ¿Por qué no te largas?
-  Si quieres me marcho, pero creo que hablar unos minutos nos hará bien a los dos.
-  ¿A ti? ¿Quién eres tú? Yo no puedo hacerte bien, ni, por supuesto tú a mí tampoco.
-  Te apuesto un café a que sí.
-  En el bolsillo tengo unas monedas, espero que te llegue.
-  ¿No tomarás nada?

     Una ráfaga de viento presenció el tenso silencio de Manuel.

-  Me llamo Andrés, tengo dos hijos y una mujer maravillosa, y aun así la vida me ha puesto en más de una ocasión al borde del precipicio.
-  No creo que la determinación que tomamos en cada momento dependa sólo de nosotros
-  Cierto, son un cúmulo de circunstancias
-  Y las circunstancias ahora no son muy favorables
-  Quizás tu hija te proporcione otro punto de vista
-  ¿Qué sabes tú de mi hija?
-  Nada
-  Es el ser más maravilloso que existe en este miserable planeta
-  ¿Estás seguro? Yo tengo dos hijos y también pienso que son maravillosos
-  Tus hijos son tuyos y los míos son míos
-  Claro, es cuestión de puntos de vista. Desde tu perspectiva no hay nada ni nadie que se pueda      comparar a tu hija, lo mismo me ocurre a mí con mis hijos si lo vemos desde mi perspectiva.    Justamente eso ocurre en la vida y sus múltiples contextos,  si lo buscamos, siempre, en cualquier situación, podremos encontrar un punto de vista mejor.
-  ¿Quién te ha hablado de mi hija?
-  Nadie, ni tan siquiera sé tu nombre
-  Me llamo Manuel
-  Encantado Manuel, me alegra saber el nombre de la persona con la que estoy compartiendo mi tiempo y con la que tengo al menos dos cosas en común
-  ¿Qué tenemos en común?
-  La forma de definir a nuestros hijos…
-  ¿Y?
-  Que si tú pagas el café, los dos ganamos.

     Manuel permaneció inmóvil unos segundos, como pensando en tomar una decisión importante en un momento importante: pagar dos cafés… o saltar.  

lunes, 19 de enero de 2015

LA BODA

     
      Había llegado el día, aquella misma tarde Santiago iba a casarse. Quién lo diría, aquel niño con mofletes sonrojados y rizos de plata crecería hasta convertirse en el chico que era hoy, un joven apuesto, muy trabajador, dueño de una tienda de comestibles, con un sueño a punto de cumplir, casarse con su chica, Esmeralda.

     Esmeralda no había sido precisamente una chica fácil, y a pesar de sus negativas siempre había sentido un ardiente deseo de satisfacción que ocultaba en su interior, lo que le provocaba un fuerte sentimiento de incoherencia con su propio Yo. De familia acomodada, las apariencias siempre se habían antepuesto a cualquier deseo, había sido educada para ello, y no sólo tenía que guardar su reputación, sino también la de su familia. Tal vez por ese motivo, Esmeralda había crecido como una niña recatada, de sólidos valores y futuro prometedor.


     Él había pasado los últimos 15 años trabajando en la tienda de comestibles de su padre, de la que se había hecho cargo desde que éste murió, hacía ya 2 años. Tal vez por el carácter introvertido de Santiago, quizás por su personalidad algo misteriosa o posiblemente como acto de rebeldía, Esmeralda se fijó en él, y a pesar de las diferencias sociales, comenzaron a verse a escondidas, ocultando el romance a su familia. Pero pronto se dio cuenta de que Santiago le convenía.

     Santiago se había acostumbrado a no opinar en voz alta, así había sido su relación con su padre y así había comenzado también ésta con Esmeralda. A lo largo del tiempo, Santiago había aprendido a reprimir sus sentimientos, a no expresar ni exteriorizar, formaba parte de una personalidad forjada con el paso de los años, y eso no iba a cambiar ahora, como tantas veces le había dicho su madre, Doña María, que aunque hacía cinco años que había muerto, para él estaba más presente que nunca, hablaba con ella cada día, cada instante. Como él solía decir, era una mujer de bandera, su modelo, la añoraba, tal vez demasiado.

     Pero Santiago era feliz, nunca había estado con ninguna otra mujer y no tenía ojos para nadie más. Su mayor ilusión era casarse con Esmeralda, y aunque todo estuvo a punto de truncarse cuando los padres de ella supieron del romance, al final consiguió ser aceptado, y ahora su sueño estaba cerca. Siempre había soñado con casarse con una hermosa mujer, amarla y trabajar cada día para ella. Desde muy pequeño Santiago se había visto obligado a luchar cada día, le había quedado claro que nada era gratis.

     Ella había optado por un camino fácil. Él era en una pareja ideal, el complemento perfecto a su carácter dominador, un compañero sumiso y trabajador que le haría la vida más cómoda. Con el paso del tiempo se había convertido en una relación idílica a los ojos de la sociedad.

     Y al fin había llegado el gran día, el día deseado por Santiago, y, por qué no decirlo, también por Esmeralda. Aquel cinco de agosto era un día de felicidad, él pasarí el resto de su vida junto a una mujer, y ella… aseguraba haber sido “una mujer inteligente, he hecho lo que más conviene a mi felicidad”, confesó a su prima en una ocasión.

     Aquella mañana Santiago se despertó muy temprano, aún no había despuntado el día cuando un fuerte dolor de cabeza le interrumpió el sueño. Se levantó, no sin antes echar un ojo al despertador, y fue quejándose y dando tumbos hasta la cocina. Abrió el cajón y cogió algo para el dolor de cabeza, la milagrosa píldora que su madre le daba, su madre, siempre tan presente, siempre tan íntegra, siempre tan dulce, parecía no haberse ido, no daba un paso sin recordarla. Una vez más, allí estaba ella, para quitarle ese dolor de cabeza, el mismo día de su boda. Su madre “va a la boda, le he reservado su sitio de madrina en primera fila”.

     No se encontraba bien, había dormido como un recién nacido, pero el bienestar del sueño fue interrumpido por el dolor de cabeza y pronto le vino un fuerte sentimiento que no podía explicar, era una sensación de pérdida de control acompañada de desesperanza y una tristeza subyacente que parecía haber permanecido oculta tiempo atrás, para emerger un día como hoy en el que los sentimientos afloraban desde su interior. Tomó doble ración de píldoras y se dirigió al pequeño salón. Observó tres botellas de vino vacías y un vaso sobre la mesa ¿Quién había estado allí la noche anterior? Trató de hacer memoria, pero no recordaba nada, tal vez el dolor de cabeza se lo impedía, quizás pudiera recordarlo un poco más tarde, cuando el dolor se hubiera esfumado.

     Al dirigirse al baño notó que algo chirriaba a sus pies, encendió la vieja lámpara del pasillo y pudo ver los restos de cristales rotos de alguna otra botella. Seguía sin recordar, se dirigió al baño y al mirarse al espejo vio un pálido Santiago, con grandes ojeras y ojos hinchados, seguía sin recordar. Decidió dar un paseo por el campo, testigo de sus momentos más íntimos a lo largo de su vida.

     El sol lucía ya resplandeciente y el calor azotaba fuerte. La luz incisiva atravesaba los cristales de la ventana de la habitación de Esmeralda, que a mediodía aún permanecía acostada, como acostumbraba. Era el día de su boda pero estaba tranquila, la boda era a las 8 de la tarde y ella no tenía pensado llegar antes de las nueve. Parece exagerado pero así había sido ella desde que él la conocía.

     Sobre las dos de la tarde Santiago estaba de vuelta, con mucho mejor estado físico pero semejante sentimiento. Tembloroso, abrió la puerta de su casa, entró y recogió todos los cristales. No tenía hambre, así que cogió el despertador de su mesita de noche, lo colocó encima de la mesa del pequeño salón y se sentó frente a él. Seguía sin recordar nada, pero el sentimiento que recorría su cuerpo hacía pequeño ese detalle.

    Don Rodrigo rondaba ya los ochenta. Había visto crecer a Santiago, lo había visto jugar en la calle, reír y también llorar, y había confesado a Doña María una infinidad de veces. Pocas personas conocían al chico de los rizos de plata tan bien como el párroco del pueblo. Tenía una sonrisa que amansaba a la más fiera de las bestias, y era capaz de adivinar el pensamiento con sólo observar un gesto, una expresión, una mirada. Doña María siempre decía que era “muy psicólogo”. Su relación con Don Rodrigo había superado la de cualquier otro fiel, se había convertido en su verdadero confidente, en su apoyo, ella desprendía amor en su mirada, y amaba a Don Rodrigo.

     Pasaban cinco minutos de las ocho de la tarde. Sabía que Esmeralda tardaría un rato aún, pero le extrañaba mucho el retraso de él. Lo conocía muy bien y un retraso de cinco minutos se salía de la norma, miró el reloj y decidió esperar. A las ocho y media Santiago aún no había llegado a la iglesia, así que mandó a buscarlo a su casa, el retraso le parecía extraño y quería asegurarse que todo marchaba bien.

     La puerta estaba abierta, Ramón llamó al timbre primero y golpeteó con la mano después, pero no hubo respuesta, así que decidió entrar. Santiago estaba allí, sentado en una silla, en el pequeño salón, apoyado en la mesa, frente a un despertador, muerto.

     Ramón volvió temblando, Don Rodrigo expresaba dolor, pero no sorpresa. Con ojos cansados y lágrimas asomando dijo - “ha muerto de pena”, luego miró al cielo y susurró, - Gracias Señor”. Al bajar la cabeza miró a la iglesia, los bancos estaban repletos de invitados, una luz blanca asomaba por la puerta, Esmeralda, resplandeciente, hacía su entrada triunfal.