Pum - pum…………pum
- pum…………pum-pum, pum-pum,
pum-pum…
Rosi se quitó la mano del pecho y de un
salto se levantó del sillón. El sonido de las llaves interrumpió su descanso. La puerta se abrió,
su mente se quedó en blanco y su cuerpo paralizado. Con gesto pálido y
tembloroso se le quedó mirando.
- Hola cariño ¿qué haces?
- Hola Charly, eeeeh…- se quedó
bloqueada
- Rosi ¿ocurre algo?¿Por qué no
me contestas?¿qué haces aquí de pie en medio del salón? Anda, ábreme una
cerveza que hoy he tenido un día de perros.- Se dejó caer en el sillón y cruzó
las piernas mientras se encendía un cigarrillo.
No dijo nada, se dio la vuelta y fue a
buscar la cerveza. La comida ya estaba preparada, pero a Carlos a veces le apetecía
fumarse un cigarro en el sillón antes del almuerzo, no era fácil adivinar sus
intenciones, pero ella parecía haber aprendido a saber qué hacer en cada
momento. Volvió con la cerveza, bien fría, y se sentó a su lado.
- Cariño, te he hecho una pregunta.
-Ah, eeeeeh sí Charly, pues…
venía a encender la lámpara del rincón, supuse que estabas a punto de llegar y
que te apetecería sentarte y descansar un poco antes de comer.
- Te he dicho muchas veces que supones
demasiado, luego cometes errores y te lamentas, no supongas nada, esperas a que
llegue y lo compruebas, y así no te equivocarás ¿pagarás tú la factura de la
luz a fin de mes?
- Perdona Charly, no lo volveré a
hacer ¿Cómo te ha ido en el trabajo?- Rosi le hacía a menudo esa pregunta,
aunque su reacción siempre era una incógnita.
-¿pagarás tú la factura de la luz
a fin de mes?- dijo subiendo un poco el tono.
- No, lo siento.
- Pues no ha ido mal, pero hemos
tenido mucha tarea, vengo hecho polvo. Anda acércate más que te de un beso.
Rosi le besó apasionadamente. A menudo
trataba de pensar en aquél hombre del que se enamoró, le gustaba trasladarse a
aquél entonces y reescribir la historia, tal y como ella la había imaginado
entonces, pero nada había transcurrido como en sus sueños. De pronto notó cómo
su cabeza era apartada por la robusta mano de Carlos.
- ¿Está preparado el almuerzo?
- Sí Charly, listo para servir,
habrá que calentarlo un poco
- De acuerdo, pero no demasiado,
es absurdo calentar mucho y luego tener que esperar a que se enfríe.
Le sirvió la comida y fue a
buscarle otra cerveza, con prisa de no tardar demasiado para servirse ella y
acompañarle. Antes de darse la vuelta se sobresaltó con un golpe, era Carlos,
había dado con el puño en la mesa y su plato se había ido al suelo.
- Joder, ¡Esta comida está fría!-
gritó- ¿Es que no sabes la diferencia entre comida templada y comida helada?
Esto no hay quien se lo coma, coño. ¡Llevo toda la mañana trabajando para que
ahora me pongas esta mierda por delante!
Ella se quedó temblando, inmóvil
por un instante. Luchando contra el movimiento que su cuerpo le marcaba por
instinto consiguió llegar hasta donde él estaba. Hizo ademán de recoger el
plato del suelo – Perdona Charly, yo lo recogeré, no volverá a ocu…
- ¡No recojas nada! – dijo pisándole
la mano que se disponía a recoger la comida del suelo – Lo haces queriendo
¿verdad zorra?¿quieres joderme la vida? Pues ahora tú vas a probar esa mierda
que pretendías darme.
Ella comenzó a llorar – No Charly
por favor, Charly por favor- lloraba de espanto, sentía verdadero pavor. Carlos
la agarró del pelo y le metió la cara en el plato que estaba en el suelo hecho
añicos.
- Come zorra, no es más que lo
que querías hacerme comer- ella estaba aterrorizada. Le levantó la cara, llena
de cortes, y tirándole del pelo la obligó a llegar hasta la cocina de rodillas,
dejando una estela de orina a su paso. Rosi trató de levantarse, momento en el
que Carlos comenzó a propinarle golpes en todas las partes de su cuerpo, ella
cayó al suelo y adoptando posición fetal se dispuso a aguantar el chaparrón.
Parecía no terminar nunca, cerró los ojos, ya no sentía dolor…
Eran las ocho de la mañana, una dulce voz
le susurraba al oído – cariño, me voy a trabajar, te he dejado una taza de café
preparada, tendrás que calentarla un poco – le dio un beso y se marchó. Rosi no
abrió los ojos, esbozó una sonrisa mientras una sensación de felicidad recorría
su cuerpo. Era Charly, el hombre de quien ella se enamoró. No podía explicar
esa sensación, reconocía al hombre con el que ella siempre había soñado. Charly
era un hombre cariñoso y dulce, siempre le hacía reír y solían hacer alguna
actividad los fines de semana. Ayer mismo le sorprendió con dos entradas de
teatro.
- ¡Mamá! ¡Mamá! - Como cada tarde, Rosi
recogía a su hija del colegio. Camila tenía 6 años y una carita de ángel capaz
de enternecer el más recio de los semblantes.
- Hola mi amor, ¿qué tal el cole?
- Bien mamá. Hoy hemos pintado
con témperas.
- Ya veo ya – dijo señalando las
manchas de la camisa.
- La seño me ha dicho que lo hago
muy bien. Le voy a decir a papá que me compre témperas para pintar en casa.
- Pero tendrás que tener cuidado
mi amor, las témperas manchan mucho.
- Sí mamá. Te quiero.
- Yo también cielo.
Rosi era feliz, sentía un continuo estado
de bienestar, su paz se observaba en la perenne sonrisa que se adivinaba tras
su rostro. Parecía estar en otro sitio. Al llegar a casa preparó el almuerzo
para Camila, que apenas había terminado cuando se quedó dormida sobre un cojín
que había en el sillón. Rosi la tomó en sus brazos y la llevó al cuarto, le
quitó los zapatos y la dejó caer sobre la colcha suavemente. Luego encajó la
puerta y se marchó.
Se dispuso a preparar la comida y a
esperar que Carlos llegara para comer con él. Al oír el coche se asomó por la
ventana, era Charly, llegaba de trabajar. No quiso esperar y salió a recibirlo.
Al salir al descansillo vislumbró la figura de Carlos al fondo, traía una
sonrisa encantadora, el trayecto hasta encontrarse con él le pareció eterno, y
su figura borrosa, encandilada por la luz de la puerta de la calle, cada vez se
hacía más nítida. Al llegar a su altura pudo ver su cara:
- Hola cariño ¿cómo estás? El
médico dice que te has recuperado, pronto estaremos en casa.